¡Ay! Qué cosas pasan en tu increíble cabecita, Elsa.
Llevas desde los 4 años un tanto curiosa, por no decir obsesionada, por la muerte. Sacabas el tema regularmente, muchas veces en la cama, y, lo más a menudo, llorando un poco porque no querías que me muriera, ni Papá tampoco, a veces porque Abuelo se iba a morir el primero, a veces porque Corto, siendo perro, no iba a vivir muchos años.
Tus preocupaciones fueron creciendo hasta tus 6-7 años donde rozamos la locura, mi vida. Con 6 años empezaste a llorar por lo menos una vez al mes en la cama, cuando yo iba a darte un beso de buenas noches, porque estabas segura de que yo me iba a morir. Creo que fue en parte porque Papá hizo algunas bromas sobre que yo soy más vieja que él (ni dos años, pero bueno…).
Me abrazabas fuerte, tumbada en tu cama, y llorabas un poco mientras me decías: “Mamá, no quiero que te mueras. No puedo vivir sin mi mamá. ¿Por qué tienes que morirte?”
Reconozco que mientras se me partía un poco el corazón, también me preocupaba que no pudieras dejar de pensar en eso. No sabía cómo hacer para quitarte esas ideas. Ahora sé que solamente había que darte besitos y esperar un tiempo, lo cual hicimos; ya no ocurre tan a menudo.
Pero antes de que la cosa se calmara, llegamos a un extremo inesperado: durante unos 6 meses estuviste preguntándome si podrías quedarte con mis cosas, mi ropa, mi pijama, e incluso mi cuerpo, cuando yo me muriera. Te advertí que mi ropa, cuando yo estuviera muerta, estaría muy gastada y anticuada, pero me dijiste que solamente la pondrías encima de la cama y te tumbarías al lado. Querías quedarte con mis manos para ponértelas como guantes. Te dije que tendrías muchos recuerdos de mí en nuestra colección de fotos y vídeos.
Al cabo de un tiempo empecé a decirte que ya valía de hablar de mi muerte, que yo no me iba a morir hasta dentro de mucho tiempo (aunque decir esto no me gustaba porque ¡¿qué sé yo?!). Me preguntaste qué pasaría si papá y yo muriéramos en un accidente de coche, y te dije que papá tenía mucho cuidado conduciendo.
Ahora que tienes 7 años y medio, parece que no te vienen estas ideas tan a menudo, o, por lo menos, no tan fuerte. ¡Menos mal!
Te quiero mucho y te prometo tener cuidado para no morir en un accidente tonto. Cruzo la calle con cuidado, por pasos de cebra, cuando el semáforo está verde para mí, mirando a los dos lados varias veces. Comemos muy sano, vegano, y estoy haciendo ejercicio en la sala de juegos/gimnasia para estar más fuerte. No creo que se pueda hacer nada más.